Orange Metallic

Anoche por primera vez fui a una discoteca en Douala, Club Discoteque Orange Metallic, de la que había escuchado desveladas historias en las cuales nunca había sido yo la protagonista. Lo cierto es que anoche, era el último fin de semana en la ciudad de Gloria (Colombia) y Salvador (Francia), quienes se conocieron en Caracas años atrás y hoy dejan Camerún para una nueva expatriación en Marruecos, así que ellos, luego de una reunión que organizaron en lo que queda de su embalada casa, nos animaron a entregarnos al baile hasta la madrugada.

El escocés no fue, así que yo me aventuré con ellos, una pareja de venezolanos, dos franceses y un iraní.

La verdad el sitio no está mal, en cuanto a instalaciones es como cualquier discoteca en cualquier ciudad del mundo, sin muchas pretensiones, pero con música a todo volumen, luces, espejos, dos barras, una mesa de pool y sillones con mesitas bajas alrededor de la pista.

En realidad, lo que llamó más mi atención fue el público asistente, ya que tenía yo la idea de que me encontraría con jóvenes de ambos sexos de Douala, bailando y tomando como se hace en cualquier rincón del planeta. Pero no, lo que había, era una cantidad exorbitante de chicas, muy jovencitas, vestidas en extremo provocativas, con minifaldas, hot pants, microvestidos, sandalias y tacones, con unos cuerpazos espectaculares, obviamente sin las tetas operadas al mejor estilo de Venezuela, pero con pelucas de pelo largo y liso al mejor estilo de Camerún.

Estas niñas, que son en realidad lo opuesto, a la imagen que uno se hace de la mujer africana, si tomamos como referencia las mujeres trabajadoras que se ven en el día a día de la ciudad -cubiertas de pies a cabeza con el traje tradicional africano, o vestidas a la usanza ejecutiva de occidente- mostraban sus cuerpos sin desdén, a la vez que bailaban entre ellas y con su reflejo en los espejos. De pronto, en medio del espectáculo, podía verse un hombre blanco que bailaba extasiado entre tanta mujer bella y exótica.

No había ningún hombre africano, sólo dos que estaban sentados en una esquina donde siempre iban las muchachas a refrescarse o a descansar de vez en cuando, lo que me resultó en extremo sospechoso. ¡Dos hombres solos como con 10 chicas o más, que ni se inmutaban cuando estas seducían con su baile al hombre blanco, ujum... como rara la cosa! Sólo los mesoneros y porteros eran oriundos del país, siendo estos últimos, dos ejemplares de esos que podríamos llamar "murallas", pues en serio no había visto yo, hombres más papeados y gigantes que esos...

El resto del público estaba conformado por lo que yo he denominado como "la mafia libanesa", un grupo de hombres que se ven siempre juntos por los restaurantes y bares de Douala, que son los dueños de muchos de los negocios que hay aquí en Bonapriso, tales como los supermercados, las panaderías y las únicas dos fuentes de soda que hay en el vecindario.

Esta mafia, como suelen hacerlo siempre, estaba concentrada en diferentes rincones del lugar, en diversos grupos conformados solamente por integrantes masculinos, que se sientan a chupar alcohol con frenesí, aún cuando, al ser musulmanes lo tengan prohibido, y ni siquiera vendan bebidas alcohólicas en sus establecimientos.

La música estaba bien, nada del más allá, simplemente música bailable, uno que otro electro, típicas canciones pop y algo de hip hop, todo esto en inglés y francés. Tampoco pudo faltar un set de musiquita en español al ritmo de Shakira, Ricky Martin y el característico reguetón... los cuales por lo general no me gustan, pero con unos traguitos y en medio de Camerún confieso me emocionan.

La verdad fue interesante como experiencia, pero también algo decepcionante, pues esperaba encontrarme algo más que jovencitas cazando extranjeros, me preguntó entonces a dónde van los jóvenes de Douala.

Llegué a la casa a las 2.30 am, me vine con los venezolanos, pues ella está embarazada y no aguantaba más el humo del cigarro, los otros se quedaron allí... El escocés me esperaba despierto y preocupado luego de múltiples llamadas perdidas que retumbaban en el interior de mi cartera...