lunes, 20 de agosto de 2007

Un año en Camerún

Hoy hace un año llegué a Camerún y me detengo a pensar en cómo me sentía al momento de mi llegada y cómo me siento ahora. Hace un año, todo lo que me rodeaba me parecía distante, pero en esa distancia trataba de reconocer situaciones familiares. Hoy, sigue existiendo la distancia, pero ciertamente me siento más cómoda, más en casa, y es que de algún modo he terminado por aceptar el medio que me rodea y de esa forma el medio me ha aceptado a mí… hoy, cuando salgo a la calle, raramente la gente me llama “la blanche”, de modo que algo debo decirles con mi actitud para que no me sientan ajena pese a mi color.

Sin duda siempre seré una extranjera en Camerún, como lo fui en España, en Alemania o en cualquier otro lado que no sea Venezuela, creo que deben pasar muchos años para que uno digiera una cultura y sea absorbido por la misma para dejar de sentirse extraño, pero es también un hecho, que mientras el tiempo transcurre uno se acerca a lo ajeno y aprende a mirar con otros ojos lo que en un principio nos pudo extrañar, y quizás por eso, después de un par de años, en los que muchas veces uno deseó dejar de estar en donde se está, a la hora de partir siempre se le arruga a uno el corazón, pues lo que fue nuestro día a día por algún tiempo, será, como todo, un recuerdo, parte de ese pasado lejano, que sin que estemos conscientes mientras lo vivimos, marca nuestras vidas y forma parte importante de la misma.

Le dedico en este post unas líneas a la gente de quienes he aprendido del lugar y que han colaborado para que mi vida en Douala sea más fácil y agradable.

Por un lado está el personal del British Council Douala, quienes todos, sin excepción, nos acogieron desde nuestra llegada, pero por supuesto tengo mis preferidos que son Tony, quien es el encargado de mantenimiento de la oficina y también de mi casa. Con él he tenido varias discusiones, pero a la final repara todo lo que sea necesario y como aquí ha habido muchas cosas que arreglar hay entre nosotros una agradable relación; como la hay también con Kiwanoka, el mensajero. Kiwan es inmenso, sus manos son del tamaño de un guante de béisbol, pero igualmente gigante es su corazón, es bueno y dulce como el solo, y debido a que ve una novela en la TV que ocurre entre Miami y Caracas, sueña con ir a Venezuela a encontrar una novia, pues él afirma sin pelos en la lengua, que allí están las mujeres más bellas del planeta.

Francisca, quien viene dos tardes a la semana a ayudarme con los labores del hogar, fue un personaje clave a mi llegada, yo no conocía a nadie y ella se sentaba a hablarme de Camerún y a escucharme hablar de Venezuela. Ella me llevo a los mercados por primera vez, me dio consejos para moverme en la ciudad, me enseñó a tomar taxis y motos, me dio las pautas para negociar todo cuanto quisiera y no dejarme fregar porque soy extranjera. Francisca me ofreció desde mi llegada todo su apoyo, cuando terminaba su trabajo, se quedaba conmigo hasta que llegara Alan de la oficina para que no me sintiera sola, me hablo de su vida y a través de la misma me invitó a comprender un poco más la realidad del país.

También debo hablarles de mis amigos, especialmente los latinos, todos ellos han sido fundamentales en mi proceso de adaptación, pero ocupan un lugar especial Bárbara y Gaby. La primera, de Chile, me adoptó apenas me conoció, me mostró los supermercados, la carnicería, el gimnasio, me invitó a su casa, etc, etc, etc… y pasó a ser amiga y confidente… la pobre es como mi terapeuta, a veces le digo que si me cobrará estaría millonaria. Ella, sus hijos, su marido y su perro, son personajes que sin duda extrañaré al dejar Camerún, o quizá ellos se vayan primero. Gaby, de Venezuela y caraqueña como yo, llegó después, y yo hice con ella lo que Bárbara hizo conmigo, así que la lleve a ruletear por toda Douala, y al no tener hijos y mucho tiempo libre como yo, hacemos muchas actividades juntas, pues tenemos por lo general una agenda sumamente flexible y libre de compromisos.

Forma parte importante de mi rutina aquí, y aunque debo reconocer que a veces me da una flojera terrible, el grupo de mujeres que conformamos el café de español, que se reúne religiosamente todos los martes en la tarde a merendar y practicar nuestro idioma. Formamos parte de él, por supuesto todas las latinas, quienes venimos siendo las maestras, europeas y africanas. De ese grupo, he tenido oportunidad de acercarme y entablar una relación especial con Clara, quien es de Madagascar y no está en la foto.



No puedo dejar de nombrar a Roger, quien trabaja dando soporte técnico de Internet para MTN, compañía que me provee el servicio, y que luego de pasar tanto tiempo en mi casa arreglando los problemas de mi conexión, pasó a ser amigo. A Robert, quien es el chofer de Gaby y nos lleva y nos trae a todas partes mientras nos enseña francés en el camino. Celestine y Allain, los guardias donde vivo con quienes me cuesta mucho comunicarme, pero siempre nos entendemos, y me ayudan a solucionar pequeños asuntos domésticos. Benjamin en el gimnasio, con quien práctico mucho mi francés mientras combato la grasa. Y todas las personas, que aunque desconozco su nombre, están presentes en mi día a día: la señora del puestico de comida en la salida de mi calle a la avenida, la que vende tarjetas telefónicas en la esquina, la “gran mamma” que vende cigarrillos, mis vecinos de atrás con quienes coincido desde mi balcón, el vigilante de la farmacia por donde paso cuando voy a pie al gimnasio, y muchos otros anónimos, todos ellos, quienes sin conocerme, me saludan con cariño y me hacen sentir parte de Douala, aunque igualito muchas veces he querido salir corriendo!

8 comentarios:

Waiting for Godot dijo...

Leerte me ha transportado a tantas cosas, mi llegada en Holanda, mis futuras llegadas a otros lugares. Al final el tiempo pasa y uno aprende a valorarlo todo. Besotes.

Gabriela Da Costa dijo...

Tais viva mujer!!!
Que bonito post....
Definitivamente cuando sale de su país aprende un montón de cosas valiosas no??
La integración a otros lugares,la aceptación y el respeto a las personas que no se parecen a nosotros.... entender q por q no es igual q yo no es peor ni mejor...es solo DIFERENTE...a ser humilde!!!
Que bonito....me gusto como le agradeces a tanta gente...eso tiene mucho valor!!!
Yo tambien voy a cumplir un año en Holanda... tambien aprendiendo mucho mucho...
UN SALUDO...

Alleta dijo...

Que bonito este post. Ya se te lee tranquila y mas adaptada. Tienes razon en eso de que uno no puede dejar de sentirse extranjera, pero poco a poco uno se va sintiendo mas a gusto en donde este, simpre que uno aprenda a ver las cosas desde un angulo mas optimista.
Saludos

Genín dijo...

Bueno, es una etapa mas en la vida para ampliar cultura. Puede ser mas o menos agradable, mas o menos dificil, incluso ingrata, pero siempre servirá para ampliar nuestra visión de otras culturas...
Salud, Genín

JENNY dijo...

Qué bonito post, un hermoso homenaje a quienes te han ayudado y quienes hoy forman parte de tu vida cotidiana!

Eso es verle el lado bueno a los cambios y aunque como dices tú, será siempre una extranjera, lo importante es que te has adaptado y te has integrado a una sociedad nueva para tí!

Un abrazo!

Angela dijo...

Yo creo que con este post aunque a lo mejor a ti te haya parecido que se te escapo algo o alguien, te quedo demasiado lindo, que bien es darse cuenta de las cosas asi sean pequeñas o grandes, buenas o malas, que pasan por nuestras vidas... Lo mejor de todo es saber agradecer y valorar, y con este post, tu cubres todas las espectativas.
Me encantaron las fotos, esas personas expresan lo que escribiste.

P.D: No se vale dejar de escribir por tanto tiempo.

Saludos...

SOL dijo...

Que lindo este post, un homenaje a todos los que te han regalado un sonrisa en la simpatica africa :)
Como llevarle la contraria a Kiwan! jejejeje
Un abrazo y bentornata!

El Trimardito dijo...

Este post, me deja ver que a pesar de todo estás allí con la mejor disposición.
Yo sigo tratando de adaptarme a este país, pero aquí si es dificil en muchas circunstancias.

Saludos!!