Ya estoy en casita... hoy lunes vuelvo a mi rutina en tierras africanas, luego de un fin de semana junto al escocés.
El viaje estuvo bastante bien, por supuesto el vuelo de Air France que debió salir a las 4.45 PM de Maiquetía, terminó saliendo casi a las 7.00 PM. La bajada al aeropuerto fue rápida y en solitario, ya que no quisé que nadie bajara conmigo para evitar tristes despedidas. Igual mi mamita se quedó con el lagrimón en el ojo, yo lo aguanté y me entregué a la chachara con el taxista para que se me olvidara que tenía ganas de llorar también.
Una vez en el aeropuerto tuve la dicha de no hacer la mega cola para chequearme, ya que lo hice previamente por Internet. Altamente recomendable si van a viajar, considerando que aunque en el país todo el mundo se queja de lo mal que estamos, el vuelo, al igual que todos los restaurantes y centros comerciales de Caracas, estaba full, y la cola era increiblemente larga.
Pude meter la mega guitarra del escocés sin problema por carga, y me enteré también que el impuesto de salida estaba incluído en mi pasaje, con lo que me pude gastar un dinerillo en cosméticos de lujo en el duty free. Altamente recomendable también, si consideramos que los mismos, aún siendo de prestigiosas marcas, salen mas económicos allí, que unas cremas de marcas como NIVEA o L'OREAL en un Farmatodo cualquiera.
Luego tuve la suerte de que no viniera nadie sentado al lado mio, así que pude ocupar dos asientos en vez de uno. Al llegar a París, pensé que no agarraría el vuelo hacia Douala, pues me bajé del avión a las 9.45 AM y mi vuelo salía a las 10.30 AM. Considerando que tenía que agarrar un autobus que me llevara al terminal, pasar por la aduana de tránsito, etc... corrí con la esperanza de que quizás llegaría yo y no mis maletas, pero al final, me encontré con que había una huelga de transportistas en Francia y el vuelo estaba también retrasado para las 11.30 AM. Así que tuve chance de tomarlo y además recibí un email donde me decian que me acreditaron 2000 millas en mi programa Flying Blue por los inconvenientes ocasionados por tales demoras.
Douala está igual, en un mes no cambia una ciudad. La temporada de lluvia se ha calmado, pero no ha pasado del todo, ya que sigue lloviendo por la noche, y gracias a ello, aun no hace tanto calor.
Mi casa si cambió. El escocés finalmente mandó a pintar de blanco todas las puertas de la casa por dentro, que antes eran de un marron obscuro horroroso. También hizo un feng-shui en la cocina, cambió las lamparas de la sala y el comedor por unas que heredé de alguien que dejó Douala y puso una mesita de esas plásticas blancas con dos sillas y una parrillera en el balcón.
Ya hoy vi a mis dos buenas amigas. En la tarde empezaré mi curso de francés. Ahora estoy esperando a la persona que pintó las puertas, que aún debe terminar otra, instalar unas repisas y acomodar un mueble en la cocina. Me lo tomaré con calma, pues como estoy en África, facilmente puede llegar dentro de dos días aunque me dijo que estaría aquí hace una hora. Igual los venezolanos somos los principes de la impuntualidad y aquí pareciera que viven los reyes!
De cualquier forma es bueno estar de vuelta en casa, aun cuando haya dejado mi casa!
lunes, 29 de octubre de 2007
jueves, 25 de octubre de 2007
De regreso!
Ups! Ya casí ni me acordaba de cómo es que funcionaba todo esto de los blogs!!!!
Mañana emprendo mi viaje de regreso. Es un viaje largo, pero lo realizaré pensando que vale la pena. Llegaré a mi destino con pilas recargadas. La pasé demasiado bien en mi ciudad natal. Confieso que luego de un mes de calor familiar, me marcho con el corazón arrugado.
En Caracas hice tanto y tan poco a la vez, pero descansé... no solamente fisica sino también mentalmente.
Estuve en casa, y en casa siempre se está bien. Se duerme bien, gracias a ese olor tan particular que siempre tienen nuestras casas. Probé una vez más ese sabor del agua que uno ha sentido desde niño, ese olor de la ropa, los ruidos de los gabinetes y las puertas, que siempre hemos oido y todo aquello que aunque pasen los años pareciera no cambiar aunque nosotros nos hagamos viejos.
En Caracas vi a la nueva generación de la familia gritando, sonriendo, llorando, creciendo y aprendiendo. Vi a los viejos que nos hacen seguir sintiendo niños. Vi a los amigos, a esos que no cambian como los olores y sabores, y que conservamos con nosotros aunque los tiempos corran y nosotros corramos con ellos. Conocí a otros nuevos, que me recordaron que nunca es tarde para toparte con gente maravillosa en este inhospito planeta. Me enfermé, me curé, me consentí, compré, comí, marché y manifesté.
En Caracas me di cuenta quizás, que este es mi lugar, pues una vez más fui bienvenida y acogida, aunque yo me empeñe en recorrer el mundo y sentir que no me hallo en ningun lado.
Gracias Caracas, con tu clima perfecto, por darme la oportunidad de sentir todo lo que sentí, gracias a todos por formar parte de Caracas y de mi vida entera.
Gracias también a Douala por recibirme, y aunque ajena a ti, sé que me esperas.
Estoy melancólica... ese largo viaje me espera!!! Ojalá logré dormir en el avión! Llegaré el viernes después de 24 horas en tránsito...
Mañana emprendo mi viaje de regreso. Es un viaje largo, pero lo realizaré pensando que vale la pena. Llegaré a mi destino con pilas recargadas. La pasé demasiado bien en mi ciudad natal. Confieso que luego de un mes de calor familiar, me marcho con el corazón arrugado.
En Caracas hice tanto y tan poco a la vez, pero descansé... no solamente fisica sino también mentalmente.
Estuve en casa, y en casa siempre se está bien. Se duerme bien, gracias a ese olor tan particular que siempre tienen nuestras casas. Probé una vez más ese sabor del agua que uno ha sentido desde niño, ese olor de la ropa, los ruidos de los gabinetes y las puertas, que siempre hemos oido y todo aquello que aunque pasen los años pareciera no cambiar aunque nosotros nos hagamos viejos.
En Caracas vi a la nueva generación de la familia gritando, sonriendo, llorando, creciendo y aprendiendo. Vi a los viejos que nos hacen seguir sintiendo niños. Vi a los amigos, a esos que no cambian como los olores y sabores, y que conservamos con nosotros aunque los tiempos corran y nosotros corramos con ellos. Conocí a otros nuevos, que me recordaron que nunca es tarde para toparte con gente maravillosa en este inhospito planeta. Me enfermé, me curé, me consentí, compré, comí, marché y manifesté.
En Caracas me di cuenta quizás, que este es mi lugar, pues una vez más fui bienvenida y acogida, aunque yo me empeñe en recorrer el mundo y sentir que no me hallo en ningun lado.
Gracias Caracas, con tu clima perfecto, por darme la oportunidad de sentir todo lo que sentí, gracias a todos por formar parte de Caracas y de mi vida entera.
Gracias también a Douala por recibirme, y aunque ajena a ti, sé que me esperas.
Estoy melancólica... ese largo viaje me espera!!! Ojalá logré dormir en el avión! Llegaré el viernes después de 24 horas en tránsito...
lunes, 8 de octubre de 2007
La Espinilla Intercontinental
El miércoles 26 de septiembre a las 6.30 PM comencé mi viaje hacia Caracas. Resulta que ese día en la mañana amanecí con una espinilla en la entreceja, justo al lado de mi ceja derecha. Qué horror!!! Fue lo que pensé, no podía llegar a la ciudad natal después de un año con semejante cosa en la cara, y por ello tuve la genial idea de, como decimos popularmente, echarle uña. Yo sentí que la cosa se estaba poniendo fea con el transcurso del día, pero ni modo, un largo viaje me esperaba.
Barbara, quien amablemente me llevó al aeropuerto con su chofer y Alan, me dijo al despedirse que eso se me estaba transformando en un unicornio. Yo sentía una sensación sospechosa, pero nunca imaginé que la espinilla que apareció en África, fuera a lucir como lo hizo la mañana siguiente en Europa, y hacerme ver como Quasimodo, el personaje de El Jorobado de Notre Damme en la película de Disney, en su destino final latinoamericano.
Lo cierto es que en el camino me sentía la cabeza hirviendo, la cara hinchada y podía también palpar una gran protuberancia en la zona, de la que solo fui testigo al llegar al aeropuerto de París y verme en el espejo de un baño. Así fue que llegué a Maiquetía con tremenda infección en la cara, que con el paso de los días se pusó cada vez peor, por lo que el sábado decidí ir al médico.
Veredicto: un furúnculo en la cara que se infectó y terminó convirtiéndose en una celulitis, por la que estuve a punto de quedarme hospitalizada, pero que no fue así porque no había habitación en toda la clinica, ni camilla en la sala de emergencia, aún cuando se tratase de una entidad privada en el este de la ciudad.
Así pues, que mi primera semana en la ciudad capital transcurrió en reposo, tomando una alta dosis de antibiotiocos, que no pudieron ser metidos por mis venas dada la crisis hospitaliria del país, que ahora ataca tambiém a los centros de salud privados.
Les confieso que mi primera impresión de Caracas fue muy positiva, me pareció la meca de la civilización con sus grandes edificaciones, sus autopistas, sus calles, etc, etc, etc. Luego de un par de días la encontré estresante, con demasiados carros, ruido y tráfico. Excesivamente costosa y frivola, pero igual con mis afectos y mis recuerdos.
No he podido ir al Avila, pero de lejos le di todos los mensajes que me pidieron que le hiciera llegar. Fui a un gimnasio sifrino, que no me gustó mucho, pues me iba muriendo con el aire acondicionado, y en donde al parecer, uno puede ser el más deportivo de la vida, pero si se tiene unos kilos de más hay que acomplejarse, porque al estar allí da la impresión de que solo se puede hacer deporte si se está buenísimo, se tienen unas licras marca furunfufú y unos zapatos furunfunfá y se hace ejercicios con el fin último de exhibirse. Un punto a favor de mi gimnasio africano con techos de zinc y mucho calor.
De cualquier modo ya me comí mis quesitos blancos, mi casabe y otras cositas que no consigo en Camerún, he visto a algunos pocos amigos... y sigo pensando sobre los asuntos a los que viné a reflexionar.
Me pasa algo extraño y es que no me hallo en ninguno de los dos lugares en los que puedo estar! Un detalle solamente! Espero se me aclare la mente en los próximos días.
Barbara, quien amablemente me llevó al aeropuerto con su chofer y Alan, me dijo al despedirse que eso se me estaba transformando en un unicornio. Yo sentía una sensación sospechosa, pero nunca imaginé que la espinilla que apareció en África, fuera a lucir como lo hizo la mañana siguiente en Europa, y hacerme ver como Quasimodo, el personaje de El Jorobado de Notre Damme en la película de Disney, en su destino final latinoamericano.
Lo cierto es que en el camino me sentía la cabeza hirviendo, la cara hinchada y podía también palpar una gran protuberancia en la zona, de la que solo fui testigo al llegar al aeropuerto de París y verme en el espejo de un baño. Así fue que llegué a Maiquetía con tremenda infección en la cara, que con el paso de los días se pusó cada vez peor, por lo que el sábado decidí ir al médico.
Veredicto: un furúnculo en la cara que se infectó y terminó convirtiéndose en una celulitis, por la que estuve a punto de quedarme hospitalizada, pero que no fue así porque no había habitación en toda la clinica, ni camilla en la sala de emergencia, aún cuando se tratase de una entidad privada en el este de la ciudad.
Así pues, que mi primera semana en la ciudad capital transcurrió en reposo, tomando una alta dosis de antibiotiocos, que no pudieron ser metidos por mis venas dada la crisis hospitaliria del país, que ahora ataca tambiém a los centros de salud privados.
Les confieso que mi primera impresión de Caracas fue muy positiva, me pareció la meca de la civilización con sus grandes edificaciones, sus autopistas, sus calles, etc, etc, etc. Luego de un par de días la encontré estresante, con demasiados carros, ruido y tráfico. Excesivamente costosa y frivola, pero igual con mis afectos y mis recuerdos.
No he podido ir al Avila, pero de lejos le di todos los mensajes que me pidieron que le hiciera llegar. Fui a un gimnasio sifrino, que no me gustó mucho, pues me iba muriendo con el aire acondicionado, y en donde al parecer, uno puede ser el más deportivo de la vida, pero si se tiene unos kilos de más hay que acomplejarse, porque al estar allí da la impresión de que solo se puede hacer deporte si se está buenísimo, se tienen unas licras marca furunfufú y unos zapatos furunfunfá y se hace ejercicios con el fin último de exhibirse. Un punto a favor de mi gimnasio africano con techos de zinc y mucho calor.
De cualquier modo ya me comí mis quesitos blancos, mi casabe y otras cositas que no consigo en Camerún, he visto a algunos pocos amigos... y sigo pensando sobre los asuntos a los que viné a reflexionar.
Me pasa algo extraño y es que no me hallo en ninguno de los dos lugares en los que puedo estar! Un detalle solamente! Espero se me aclare la mente en los próximos días.
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